“La realización de la auténtica femineidad, depende de la realización espiritual de la mujer, sublimando su parte hembra para convertirse en mujer superior, dejando de ser una mujer de barro, para transformarse en una Mujer Estelar.
La hembra es la mujer primitiva y pasional, que forma parte de cada mujer de la especie, y que hace que ella se comporte de forma pasional y contraria a sus propios intereses. Es preciso entender que las cualidades pasionales de la hembra suelen tomarse como características femeninas, pero en realidad no guardan relación con ella.
Algunas de sus características son, el ser dominante, controladora, egoísta, narcisista, envidiosa, voraz y vacía, por nombrar solo algunas. Todas esas conductas reducen la calidad de vida de la mujer, y pueden llevarla a un estado de amargura y depresión.
En la medida en que la mujer logra trascender su condición de hembra, quintaesenciándose a sí misma, se forma una mujer absolutamente nueva y única, capaz de cambiar sus pautas de conducta y elegir libremente su propio destino, volviéndose acogedora, dulce, plena, alegre, con un mundo interno bello y luminoso, colocando la felicidad dentro de ella y no fuera.
Una mujer de verdad comenzó siempre como una hembra común, pero a diferencia de ésta, trabajó plenamente en sí misma, lo que exige por cierto dedicar tiempo y compromiso a esta actividad, que es la más noble y rentable que pueda existir.
Noble, porque en la medida en que la mujer se perfecciona formará hijos más perfectos, mejorando el mundo, mientras que en el caso opuesto, los hijos solo serán el retrato de su propia imperfección, con sus mismos defectos, pero aumentados.
Rentable porque el desarrollo espiritual, vale decir, EL DESARROLLO DE CONTENIDO INTERNO CONSCIENTE, es lo único que asegura la obtención del bien supremo y la auténtica felicidad.”
Darío Salas Sommer
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